miércoles, 1 de octubre de 2014

descorazonada (o una carta que no escribí)

Hace semanas que vengo dando vueltas alrededor de unas palabras. 


Creo que hoy, 2 de octubre del 2014, al menos logré identificar por qué. 
Resulta que las palabras que se escapan (significados y significantes, insignificados e insignificantes) son palabras dirigidas. ¡Ahí me quiero ver, donde se corta la ficción y se escurre como lluvia de las hojas del árbol hasta la terrible tierra de la verdad! La verdad, eso, la verdad que lleva nombre, apellido, dos ojos, una boca, una voz.

La verdad que nos hace vulnerables porque nos rompe los huesos del orgullo, de la moral, de lo que esperamos de vos y de lo que puedo llegar a ser, medio peso, mil dólares, uno más, un fragmento del genio revelador, la peor.




Acá van unos ensayos de todo eso.

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