miércoles, 26 de febrero de 2014

zyxqw

Te encuentro una vez más, boca de jarro. Tan transparente y resbalosa como el pico de la botella de cerveza donde también paseo mis labios, mi boca que tanto tesoro fue y ahora es más tapa de lata. También sabés que en algún lugar está mi ojo izquierdo que te miraba horas y hasta escuchaba los suspiros que sacuden los sueños que dormís.

Esta vez te escribo desde la imposibilidad de recrearlo todo, te escribo desde la virginidad de los quince años. Desde donde más empecé a serte como una mano o como una muñeca de trapo, desde el principio de los parques y del libro viejo y malo de Cortázar hibridándose con la traducción mala de Nietzsche.

Pero, ¿por qué te encuentro una vez más, boca de jarro? ¿Podrá ser que no haya exfoliado esa tendencia de volver a lo que hace mal? Patético, me dicen los demás. Palabras, les retruco. Quién más puede saber del tesoro que escondí en lo más hondo de tu esternón, junto con todas las bocas abiertas y estriadas de bostezos que no conocimos, de los tostados de la mañana que digerimos con sabor a humo, con sabor a nada, aire, tiempo, nostalgia y lágrima.



Hace frío y el tiempo me pasa por la cara con sus bordes de pluma blanca y duermo entre cosquillas.

como de moño

Hay un recorte de cartulina de color rosa, o del color de los restos del papel que nos sobran al lado mío. Pero es un papel distinto (y yo lo creo así), porque hace una semana que adorna la mesa de luz cerca de mi almohada, porque hace una semana una tijera le talló los bordes y los hizo redondeados, porque hace una semana una mano agarró una tijera para cortar un papel y hacer algo fantástico. Incluso tiene manchas brillosas de la plasticola que accidentalmente se resbaló por un dedo descuidado o por un papel vecino que escurrió.

Una mano agarró la tijera, la mía. Algo fantástico, un sobre espacial para una carta que quería ser cohete y llevarlo a una estrella que ya habíamos visitado en otro siglo que no me acuerdo si de antes o si de después. Fue un viaje a la nostalgia. Quizás a veces realmente quiero tener un pasaje a otro momento de otro paisaje porque queda esa sensación de que me falta algo (como cuando pierdo un anillo o una pulsera que enroscó mi dedo o mi muñeca por muchos años y lo busco inútilmente sobre la piel desnudada).